(Dirigida por Thomas Vinterberg – Dinamarca, 2012)
La caza es una película difícil, de esas películas que resultan difíciles de ver y luego, difíciles de escribir. De ésas que acompañados de suaves acordes sentimos que se nos remueve todo por dentro: nuestras conciencias, nuestros prejuicios, hasta nuestros estómagos.
Decía el cineasta sueco Ingmar Bergman que “ningún arte traspasa nuestra consciencia de la misma forma que lo hace el cine, tocando directamente nuestras emociones, profundizando en los oscuros habitáculos de nuestras almas” y el pulso de esta película es un buen ejemplo de ello.
Lucas (Mads Mikkelsen) es un profesor de 42 años, atractivo y divorciado, con un hijo al que echa de menos, que intenta reconstruirse con un nuevo trabajo en un colegio infantil de un pequeño pueblo. En el intento se cruza con Klara (Annika Wedderkopp) una niña rubia de cinco años, cariñosa e imaginativa, hija de su mejor amigo Theo (Thomas Bo Larsen), personaje clave, imperfecto como nosotros, atrapado entre complicidades e incomprensiones.
Llama nuestra atención como espectadores la belleza brutal de esos bosques otoñales daneses, plagados de silencios, en los que irrumpirá de pronto la violencia.
Y llama poderosamente también nuestra atención las actuaciones contenidas de Lucas, encarnando esa “presunción de culpabilidad” y la de Klara, encarnando esa “presunción de inocencia”. Interpretaciones magistrales las de ambos, reconocidas y premiadas.
De noviembre a diciembre, resonarán en nuestra memoria las palabras iniciales de Theo a Lucas: “Se nota cuando estás mintiendo, haces una cosa rara con el ojo ¿sabes? Es una especie de tic nervioso” y las palabras finales: “Conozco a mi niña, no miente, nunca lo ha hecho ¿Por qué iba a hacerlo ahora?”
De diciembre en adelante, nos veremos enfrentados al sufrimiento manipulado (víctima de abusos sexuales) de la hija de Theo y al sufrimiento real (víctima del rechazo social) del hijo de Lucas. Dicen que el tiempo todo lo cura, pero ¿y cuando se trata de sanar una comunidad entera? ¿y qué podemos hacer cuando planea la constante sombra de la sospecha? Al fin y al cabo, nuestras retinas parecen más acostumbradas a la barbarie y cada día, a todas horas, corroboramos que “el mundo está lleno de maldad” y que estamos obligados a ponernos del lado de los más débiles.
Un año más tarde y de vuelta a la naturaleza, entenderemos el doble sentido del título de este film: La caza, y recordaremos inevitablemente aquella máxima latina “Homo homini lupus”: el hombre es un lobo para el hombre. Porque “la gente siempre da por sentado que los niños dicen la verdad, y por desgracia, muy a menudo, la dicen”.
Información del Autor: Mar G. Hortelano es licenciada en Filosofía y en Lingüística por la Universidad Autónoma de Madrid. Interesada por la relación entre la literatura y el cine cursó los doctorados de Historia del Cine y de Géneros Literarios respectivamente. Su pasión por la traducción y la cultura escandinava, lo podemos disfrutar en el Blog «Arde Escandinavia«, le ha llevado a especializarse en literaturas y cinematografías nórdicas colaborando actualmente con varios medios.
charo dice
Pues me la has puesto muy interesante así que trataré de verla.Saludos
Margari dice
Me dejas con ganas de disfrutar de esta peli.
Besotes!!!
Antolín Martinez A. dice
Tengo en algún archivo de Word el boceto de mis comentarios sobre La caza. Pero es la de Carlos Saura, tocayas. Y parece que también tocayas en algo más que el nombre.
Excelente reseña.
Mar dice
Efectivamente, Antolín, creo que ambas películas me resultaron igual de áridas. Gracias por tu comentario.
Un abrazo, Mar G. Hortelano
Rosa María dice
Mmmm. No sé si la darán por aquí, pero estaré atenta, esta es la temática que me gusta. Abrazos y gracias.
virgi dice
Impresionante, de lo mejor que he visto últimamente.
Besos
Eva María dice
Dura y difícil, si, pero real…