(Dirigida por Alvaro Delgado Aparicio – Perú 2017)
Segundo (Junior Bejar) tiene de ídolo a su padre Noé (Amiel Cayo). Es el gran maestro retablista del pueblo donde viven. Ese arte se lleva en la sangre, por no decir en las manos. Noé se da cuenta que el muchacho se esfuerza, tiene la pasta para ser su sucesor, por eso lo convierte en asistente y además compañero de viajes para la entrega de los retablos a los clientes. Todo parece marchar perfectamente hasta que Segundo descubre que las desapariciones constantes de su padre tienen un motivo que mejor es callar.
Notable película que toca el tema del amor a los padres sin juzgarlos, aceptándolos como son. Hoy en día vivimos en una sociedad donde la actividad favorita de muchos jóvenes es juzgar a sus padres, recriminarles de todo, que ellos son culpables de cómo son, ellos tienen la culpa de sus desgracias, pero a la hora no comprenden algo: cada uno es dueño de sus acciones y decisiones. Echar la culpa a otros es sinónimo de inmadurez, lo triste es que nos damos cuenta de ello, a veces, tardíamente. No es el caso de Junior que enfrenta a una sociedad llena de prejuicios, todo por amor a su padre. La actuación de Bejar es sencillamente conmovedora.
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