El Vientre

(Dirigida por Daniel Rodríguez – Perú 2014)

Una casa sin hijos es una colmena sin abejas.

Victor Hugo (Novelista francés)

Unos cerdos gruñen, siguen gruñendo. Unas manos los arrastran. Hay sangre, bastante sangre. Ahora vemos trozos de carne, tripas y hasta la cabeza sin pellejo de algún cerdo. Estamos en un camal. Ahí también se encuentra Mercedes (Mayella Lloclla), ella es de las muchachas encargadas de rebanar algunas vísceras. Aquella mañana su destino va cambiar, a través de una ventana que da hacia el lugar donde ella se encuentra, una mujer de nombre Silvia (Vanessa Saba) la observa y manda a decir que la traigan. Es una mujer de buena posición económica, quiere que Mercedes vaya a trabajar a su señorial casa en las afueras de Lima.

Silvia vive sola, es ordenada, buena gente. Aparentemente es la tía ideal que cualquier pequeñuelo quisiera tener. Mercedes tiene en el rostro la inocencia de alguien que está por descubrir el mundo y parece que ha llegado su momento. Acepta la propuesta de la delicada dama. Todo sería perfecto en aquella casa de no ser porque en dicho lugar también vive Jaime (Manuel Gold), un aventurero, que al ser asaltado en su mochilero viaje por el Perú, vive en casa de la patrona haciendo labores de refacciones y arreglos de los ambientes que conforman el lugar. Luego de reunir dinero suficiente, piensa continuar su camino. Sin embargo conocer a Mercedes cambia sus planes, la observa a través de la ventana, ese rostro lindo, los senos firmes, la piel al parecer suave, la desea.

Ahora todos se espían en esa casa, Silvia y Jaime con deseo, Mercedes con curiosidad.  Pronto el embarazo de Mercedes cambiará el voyeurismo reinante por un desquicio total.

Los personajes siempre fisgoneando es una característica de la Película, quizá un reflejo de una sociedad actual donde las llamadas redes sociales dan la hora. Mérito de Rodríguez, al igual que en su anterior filme “El Acuarelista” es lo referido a la fotografía. Chosica parece ser el lugar perfecto para que la historia transcurra, cada toma destaca algo en particular desde un color hasta una persona caminando que luego descubrimos de quien se trata. Yendo al tema de la actuación, a Saba le cae de perillas el papel de mala. De igual forma Gold una vez más demuestra que es el mejor actor, hasta este momento, de la nueva generación del cine peruano. Su papel me parecía riesgoso, teniendo en consideración sus roles en anteriores filmes, sin embargo logra componer un personaje creíble. Lloclla en lo suyo, hace unos años a su protagónico en el filme Reshinn le otorgaba una fuerza tremenda, esta vez tiene un personaje más rico, pienso yo, y explota toda la intensidad que puede darle.

Hace seis años veía como una falla en “El acuarelista” la falta de música en ciertas escenas, hoy me doy cuenta que forma parte del estilo de Rodríguez. Silencios por ratos a los que suma melodías que pasan desde el sonido de suspenso hasta los momentos en que el personaje de Silvia toca el piano y se escucha entre algo que uno duda si es romántico-triste o una canción para bebé.

Hablar de “El Vientre” me remite al filme “Misery” donde la acción durante casi toda la película transcurre en una casa grande y antigua, llena de detalles. Aquí en vez de la tierna Annie Wilkes tenemos a la dulce Silvia, ambas obsesionadas y trastornadas por un evento que les ocurrió en el pasado. Acá no tenemos al talentoso escritor Paul Sheldon, lo que si tenemos es a la inicialmente candorosa Mercedes. En este punto empiezan las diferencias, el personaje de Sheldon mantiene el mismo perfil curioso durante todo el metraje de Misery, en cambio Mercedes muta de la inocencia a la sensualidad para luego pasar a la tirria. Otra desemejanza es la participación de un tercero dentro de la casa, Jaime cuya participación es clave para el arranque de la locura de Silvia.

La película de Rodríguez “suma” a este resurgimiento del cine peruano. Hoy observé una sala llena de mucha gente joven, yo diría inclusive adolescentes, curioseando por conocer más acerca de nuestro cine patrio. El reto pasa por seguir contando historias pero que estas vayan acompañadas de una buena actuación, hoy el público es más exigente que ayer o el año pasado o hace 10 años.