¿Qué podría yo añadir que no se haya dicho ya de “El mago de Oz” de Victor Fleming (1939)? Ninguna película como esta me ha resultado tan familiar, tan conocida, en su primer visionado. Su impresionante e indudable trascendencia en la historia del cine es la razón. Sus canciones, su mundo de fantasía Technicolor, su historia, sus actuaciones… A pesar de que se acerca al siglo de antigüedad, nada de todo esto le resulta indiferente al espectador del siglo XXI. Me consta que las interpretaciones del periplo de Dorothy más allá del arco iris han sido múltiples. Quizá sea este otro de sus grandes logros, inspirar unos mismos sentimientos a través de rutas muy diferentes. Y es este punto el único en que siento que mis palabras podrían tener la oportunidad de ser nuevas. Así pues, allá va el viaje que Dorothy me invitó a tomar cuando la conocí en algún pueblo perdido de Kansas.
– La vida, una road movie:
Siempre he pensado que la mejor manera de contar en las dos horas que más o menos suele dura una película una bella metafóra sobre la vida de un individuo sería realizar una road-movie que tuviera a éste por protagonista. Distintos lugares y aún más personas nuevas que conocer para encontrarse a sí mismo, para ver qué permanece de nuestra esencia, qué somos a pesar de las cambiantes circunstancias. El camino de Dorothy no es sino una ruta de autodescubrimiento. Parte del Hogar y, cuanto más y más explora qué hay al otro lado del arco iris, mayores serán las ganas que tendrá de volver a Él.
Tras ser violentamente arrancada por un tornado de su Kansas natal, Dorothy es bienvenida en Munchkinland de un modo inmejorable. Una multitud acude a celebrar su llegada –y la muerte de la Bruja Mala del Este– con canciones y regalos. Dorothy no conoce nada de este mundo, pero es cuidada e instruida a su llegada al mismo. “Sigue el camino de baldosas amarillas”– le aconsejan cuando expresa su deseo de volver a Casa.
Llena de entusiasmo por esta Promesa, parte hacia Ciudad Esmeralda. Afortunadamente para la audiencia, su trayecto hasta allí no va a ser tan fácil como creeríamos desear. Dorothy irá creciendo, aprendiendo y conociéndose a sí misma a lo largo de los retos y compañeros que este camino le ofrece.
Llega el final del mismo y no me quedan dudas de que Dorothy ya ha madurado lo suficiente como para enfrentarse a los impresionantes retos que volver a Casa requiere. El sabio mago de Oz tampoco parece tenerlas cuando les encomienda a ella y a sus tres amigos la difícil misión de hacerse con la escoba voladora de la Bruja Mala del Oeste. Tras una serie de heroicas peripecias, acaban triunfando en su arriesgada empresa y, una vez terminado el cruel ejercicio de la Bruja Mala del Oeste y otorgados los prometidos premios a sus tres amigos, a Dorothy ya nada le retiene en un mundo aparentemente maravilloso, pero incomparable a Aquel del que procedía.
– Cuidado con lo que sueñas, pequeña:
¿Quién no ha soñado alguna vez con un mundo parecido al que Dorothy describe en la versionadísima canción “Over the rainbow”? La joven ve sus deseos cumplidos y un Viento impetuoso la arrastra allá. Nada más llegar, ya expresa su voluntad de despertar de esta pesadilla y volver a Casa. Si volviera sin más, quizá la tentación de volver a dejar Kansas volviera a aparecer en su corazón, por eso la vuelta ha de exigir un viaje de purificación, una búsqueda de la Verdad que antes sus ojos no habían reconocido. Cuando la tentación del sueño vuelve a atacar a Dorothy por culpa de la maldición de la Bruja Mala del Oeste comprendo que fue esta misma la que sembró previamente en ella ese otro canto en que imploraba abandonar Kansas.
– Totó, la tierna preocupación por los más pequeños:
El viaje de Dorothy no puede acabar mal. El final feliz está más que cantado –el cómo, no–. Si los problemas de nuestra protagonista nacen de las desazones que su indefenso perrito Totó le trae, ¡qué injusto sería que el que Escribe su historia no mostrara cierta compasión en su devenir! Los frutos de recompensa por la caridad que muestra hacia Totó vendrán del propio animal, que como si del propio Milú se tratara, será determinante en el éxito de la empresa de su dueña.
– Munchkinlad, Ciudad Esmeralda y los esbirros:
Muerta la Bruja Mala del Este y bajo la protección de la Bruja Buena del Norte y del mago de Oz, los dominios de Munchkinland y Ciudad Esmeralda están libres de maldad; sus alegres canciones y los vivos colores que los tiñen irradian la armonía y felicidad que los invade. La reacción de los esbirros de la Bruja Mala del Oeste, esos soldados y monos voladores uniformados de rojo y gris, ante la muerte de su jefa nos manifiesta la represión, infelicidad y temor que el poder de ésta despertaba en ellos. ¡Qué dibujo tan real del ser humano o de la sociedad! La bondad nos domina. La caridad está profundamente arraigada en nuestro Corazón. Y, sin embargo, un pequeño brote de maldad es capaz de crear una ilusión tan cruel. ¡Cuán importante es avivar esos Corazones congelados por la Bruja Mala del Oeste! Espero no confundir mi lucha contra la Bruja Mala del Oeste con una lucha contra sus esbirros. ¡Ojalá sepa mostrarles mi compresión y despertarles de su engaño!
– Los consejos del mago de Oz y la Bruja Buena del Norte:
La Bruja Buena del Norte es la guía de Dorothy cuando abandona su Hogar. Aunque es la inspiración de su Familia de Kansas la que motiva sus pasos, más allá del arco iris necesita también del cuidado de una nueva madre. Siempre atenta y protectora, sus cuidadas palabras, junto a las también medidas pistas del mago de Oz, llevarán a Dorothy al mayor descubrimiento de todos: “Nada como estar en casa”.
– Los miedos del espantapájaros, el hombre de hojalata y el león:
Ser inteligente, sentimental y valiente. Los deseos de los compañeros de viaje de Dorothy son más bien universales. El proceder para verlos cumplidos, también. Todo radica en una sola cualidad de la que estos tres personajes antropomórficos –incluido desde un principio el hombre de hojalata–, Dorothy y cualquier ser humano disfrutan: el Corazón. La morfología del ser humano está moldeada por su Corazón; sin él, seguiría siendo barro. Y es por eso mismo que la única vía para disfrutar de la (Verdadera) valentía y de la (Verdadera) inteligencia es guiarse por el Corazón. Sólo entonces el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león encuentran, en comunidad, aquello que buscan, cuando se olvidan de sí mismos, de sus miedos y se centran en lo que sus Corazones les dictan: su Amor a Dorothy.
– Dorothy:
La vida de Judy Garland estuvo, desde sus 16 años hasta más allá de su muerte, ligada a la de Dorothy. La indescriptible ternura que irradia la joven vestida de azul consiguió hacerla eterna, una condición de la que sólo el Atticus de Gregory Peck (“Matar a un ruiseñor”) y otros muy poquitos elegidos pueden presumir. Pero, ¿qué hace de Dorothy un ser tan Especial? Si tuviera que quedarme con una de sus múltiples virtudes, escogería su inocente empatía. Su encuentro con el león la define. En cuanto éste asusta a Totó, ella saca todo su carácter y le planta una bofetada. Su respuesta no nace del enfado, sino de la preocupación por los desprotegidos. Y la prueba es el apoyo que muestra al león en el instante siguiente en que éste rompe a llorar por su falta de coraje. Todos sus movimientos los guía su empatía por los que sufren. Huye de casa para salvar a Totó, desea volver a ella para evitar el llanto de su tía, la relación que establece con sus tres nuevos amigos nace del deseo de aliviar sus defectos, e incluso su triunfo final sobre la Bruja Mala del Oeste –que metafóricamente sirve de ejemplo transformador a los esbirros de ésta– ocurre secundariamente a la voluntad de la de Kansas por salvar al espantapájaros. Así pues, se podría decir que es el caminar junto a los que sufren el Verdadero motivo que le permite encontrar por dónde se vuelve a Casa.
– Los chapines rojos:
Nada más nacer en Oz, a Dorothy se le homenajea con unos chapines rojos. La ambición más grande de la Bruja Mala del Oeste es hacerse con ellos, arrancar a Dorothy todo el poder que éstos le otorgan –aunque ella no lo sepa, de momento–. Perseguida por esta razón y acorralada ante la amenaza de matar a su perrito, la joven flaquea y acepta renunciar a esta preciosa Bendición que lucen sus pies. Pero su bondad es, una vez más, recompensada, el poder de sus chapines evita que la Bruja Mala del Oeste los pueda arrancar.
Sus peripecias encaran el final, pero Dorothy sigue sin poder volver a Casa y los chapines sin mostrar sus Mágicos efectos. “Siempre tuviste el poder para volver a Kansas” –le revela la Bruja Buena del Norte refiriéndose a éstos–. Entonces caigo en la cuenta de que los chapines esconden el mayor secreto nunca revelado al ser humano, que Dios está con nosotros.
Información del autor: Miguel García-Boyano es un cinéfilo amante del cine dentro del cine. Proyecto de médico por la prestigiosa Universidad Complutense de Madrid. La definición más acertada que puede dar de sí mismo es a través de tres de las películas que más vueltas le han hecho dar a su cabeza: “It’s a wonderful life” (Frank Capra, 1946), “American Beauty” (Sam Mendes, 1999) y “La vie d’Adèle” (Abdellatif Kechiche, 2013).
mari-pi-r dice
Pues siendo una película muy popular nunca la he llegado a visionar al completo, a ver si la descargo y me doy cuenta si verdaderamente me gusta.
Te dejos mis deseos de felicidad en estas fiestas.
charo dice
La he visto varias veces y me encanta esta película. FELIZ NAVIDAD