(Dirigida por Luis Ospina – Colombia 1999)
En el centro de Bogotá se produce, en un hotel, la muerte de una mujer a la que llaman “La Golondrina” (Flora Martínez). Lo acusan a un ex-boxeador de ser el autor del crimen, por lo cual su madre va en busca de un ex-policía Emerson Roque Fierro (Fernando Solórzano) para ver si lo puede ayudar a descubrir la verdad, ella argumenta que su hijo es inocente. Roque que alguna vez vio ese gancho derecho de aquel pugilista decide hacerse cargo del caso, se siente todo un investigador privado y lo hace ad-honorem: a él solo le interesa llegar a la verdad.
Es en esas circunstancias que descubre toda una red de hombres que guardaban estrecha relación con la fallecida, la sorpresa es que entre estos hay uno totalmente inesperado y que él conoce a la perfección.
Me encanta el cine negro, la primera película que vi de este género fue el año 2010 cuando “Perversidad” (Scarlet Street) dirigida por Fritz Lang me fascinó de principio a fin. Luego vería muchísimas más hasta el día de hoy en que vi cine negro hecho en Colombia. La gocé porque recordé la vez que visité Bogotá el 2014 y estuve por aquellas calles de La Candelaria, hice el Septimazo, en fin, caminé por el Centro. La trama es simple, una mujer fatal ha muerto y se pretende descubrir no solo quién la mató sino cuál era su relación con todos los hombres que habían perdido la cabeza por su causa. Las actuaciones son solventes y los diálogos muestran mucho de la idiosincrasia colombiana. La recomiendo sobre todo para aquellos a quienes aman, al igual que yo, el cine sudamericano.
enletrasarte dice
estoy viendo mucho cine de estas tierras, en F/Cinema, hay de todo, pero hay joyitas imperdibles
un abrazo