Requiem por un sueño (Requiem for a dream)

(Dirigida por  Darren Aronofsky – USA 2000)

Las drogas son una pérdida de tiempo. Ellas destruyen tu memoria, respeto y autoestima.

Kurt Cobain

Según la señora Sara (Ellen Burstyn) para sentirse alguien y caerle bien a todos el mejor modo es aparecer en la televisión. Ahí todo el mundo la admiraría, envidiaría, podría presumir de su guapo hijo Harry (Jared Leto). Sonreír, eso es lo que quiere Sara, en otras palabras ser feliz. Solo que tiene un problema: El vestido rojo con el que pretende ser una diva, aunque sea unos instantes, no le queda por lo un poquito subida de peso que se encuentra. Una amiga le recomienda un doctor que con unas pastillitas va bajar de peso más que volando. En efecto, comienza a reducir sus kilos de más, sin embargo su salud mental empieza a deteriorarse ostensiblemente.

Harry es un muchacho adicto a las drogas, al igual que su novia Marion (Jennifer Connelly). Dieran la impresión de ser dos almas que se aman y complementan en esa profunda soledad que tiene cada uno en su interior. Al igual que su también compañero de aventuras Tyrone (Marlon Wayans) quieren ser felices. A este último se le ocurre una idea para ganar dinero rápido y fácilmente. Harry sueña que podrá comprarle un televisor más decente a su mamá Sara o una tienda para que Marion realice su pasión: el diseño. Tyrone más que soñar, recuerda que de niño le dijo a su madre que él iba un día a lograr algo en la vida. ¿Lograrán ellos conseguir sus sueños?

Lo mejor de “Requiem por un sueño” es la actuación de los cuatro protagonistas principales, cada uno le otorga un matiz especial a su caracterización. No hay un final inesperado de esos que uno busca, lo que hay es una película que te mantiene enganchado minuto a minuto para ver qué ocurrirá en la escena posterior a la última que estemos visualizando. La música es un factor importante en el filme, logra sostener la tensión en las que nos envuelve la historia.