(Dirigida por Baltasar Kormákur –USA, 2015)
¿Una montaña? De acuerdo, digamos que es una montaña. ¿Un ochomil? Desde luego, si crees que puedes medirla en metros. Pero deja que te diga una cosa. Cuando llegamos al valle del Diamir, uno de los viejos jefes diamiris me contó una historia, una especie de leyenda sobre el primer hombre que se atrevió a subir al Nanga. A mitad de escalada, la montaña se enfadó mucho por la osadía de aquel sahib y entonces le envió una tormenta y lo acorraló contra unas rocas y ya iba a matarlo cuando de pronto lo vio tan pequeño, tan insignificante, que simplemente cogió uno de sus dedos y lo arrancó de cuajo. El sahib cayó de rodillas, gritando, temblando, con la mano rota, salpicada de cristales de sangre, y oyó la voz de la montaña por encima del huracán: “vuelve por aquí cuando quieras. Cuando tenga tus otros cuatro dedos podré hacerme una mano de verdad”.
NANGA PARBAT
David Torres Ruiz
Basada en la tragedia del Everest de mayo de 1996, por aquel entonces, el ascenso del pico más alto del mundo, cuenta la aventura de dos grupos de alpinistas que tuvieron que enfrentarse, no sólo a una tremenda tormenta de nieve, sino a los peores obstáculos y a las peores decisiones.
Jason Clarke, Josh Brolin, John Hawkes, Robin Wright, Emily Watson, Keira Knightley, Sam Worthington y Jake Gyllenhaal protagonizan esta especie de obra coral, que aun no ofreciendo alta calidad interpretativa, consigue atrapar al espectador con una fascinante fotografía y una crónica bien narrada.
Continuando la estela del cine de montañismo, un género no siempre vinculado a lo deportivo sino a cierta propaganda racial con la que se simbolizaba el crecimiento personal con la escalada de montañas inaccesibles, la lucha y la comunión al mismo tiempo entre la Naturaleza y el Hombre, para finalmente doblegar a la primera y tocar el cielo. Dejando a un lado esta otra historia del cine, destacar entre todas los títulos de: 127 horas (Danny Boyle, 2011), Cara Norte (Philipp Stölzl, 2008), Tocando al vacío (K. Macdonald, 2003), Viven (Frank marshall, 1992), Máximo riesgo (Renny Harbin, 1993), K2 (F. Roddam, 1991), Cinco días, un verano (Fred Zinneman, 1982) y sobre todo, la favorita de quien escribe estas líneas, Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sidney Pollack, 1972).
Más allá de estos referentes cinematográficos, el director islandés ofrece esta vez una historia sin manipulaciones, un paisaje realista, una puesta en escena de gran superproducción, que convence al público en general y satisface al montañero.
Para ambos, recomendar sin ninguna duda, la lectura de Jon Krakauer “Mal de altura”, un testimonio que parece ficción por el acertado tono de su autor, y con el que viajamos a un tiempo lleno de intensidad, de superación, de leyenda y de gloria.
Sobre el autor: Mar G. Hortelano es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid. Interesada por la relación entre la literatura y el cine cursó los doctorados de Historia del Cine y de Géneros Literarios respectivamente. Su pasión por la traducción y la cultura escandinava http://ardescandinavia.blogspot.com/ le ha llevado a especializarse en literaturas y cinematografías nórdicas colaborando actualmente con varios medios.
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