(Dirigida por Rossana Díaz Costa – Perú 2013)
Puedo llegar al mar
con la sola alegría
de mis cantos.
Mi voz altísima
en los bosques:
las hojas intrincadas
la fronda de las cañas
derribando
la yerta soledad de las ciudades
Luis Hernández. La canción de Charlie – Charlie Melnik
Aquella noche de navidad en que se miraron por primera vez Lucho (Jair García) y Ana (Andrea Patriau) quedaría marcada por el resto de sus días. La curiosidad del uno por el otro, que había tras ese olor de ella, que significaba esa mirada de Lucho, en fin tantas cosas por descubrir y toda una vida con sus días y noches para ello.
Tienen una gran coincidencia, gustan de la música de Indochina, Soda Stereo, Charly García, David Bowie, The Clash. Los ochentas, sí, los mejores años de la vida de mucha gente pero también tiempos difíciles para un Perú que es arreciado por el flagelo del terrorismo.
Un hecho fortuito puede provocar que tanto amor que se prodigan Lucho y Ana quede ahí no más, como un recuerdo.
Ver “Viaje a Tombuctú” es retroceder en el tiempo cuando yo también era un niño (luego adolescente) y escuchaba la música que oyen los protagonistas, iba a Cantolao o a La Punta en los ricos veranos, veía a mis pequeños amigos irse al extranjero debido al temor o la incertidumbre de quedarse en el Perú, la sensación de miedo al ir al centro de Lima, la noche en que no tenía documentos y cerca de la Plaza San Martín detuvieron el colectivo en que me encontraba, menos mal una señora desconocida hablo bien de mí y seguimos nuestro camino.
La actuación que me llena más los ojos es la de Patriau, le pone muchas ganas al personaje, pareciera que estuviera pasando por ese trance llamado amor.
Como dice al final la película: Que las emociones perduren.
virgi dice
Muy sugerente, ya sólo el título tiene, al menos para mí,, mucho atractivo.
Besos
manuel dice
esa peli fue lo porsito de ese año