Estábamos por el jazz. Había una banda que tocaba en el verano de Rhode Island. Con Frambuesa, sí, así se llamaba, llevábamos apenas unos días de conocernos. El hecho que fuera peruano le llamaba la atención, siempre había tenido ella preferencia por europeos y gente de su barrio de Harlem, pero un sudamericano en tierras gringas le parecía algo exótico. Decía que le gustaba mi voz, no era la primera vez que una extranjera me decía eso.
– Los peruanos hablan bonito.
– Los limeños – le aclaraba yo.
A Frambuesa le gustaban las cosas raras, por ejemplo, de pronto quedarse quieta y mirar a un grupo de hormiguitas caminar junto a la mesa. No sé si era eso o el hecho que yo la observaba con cara analítica mientras ella mantenía su posición de estatua. Tenía también una cierta obsesión para charlar de sexo con sus ex parejas, no le gustaba ser interrumpida. Que el danés barbón, que el inglés con vitíligo y así, yo le parecía el perfecto oyente. A mí me divertía, de lo contrario, la verdad no sé qué hubiera hecho porque una vez más había llegado a un lugar del mundo gracias a escribir y a que alguien me había leído.
El viaje no hubiera pasado de un mar de recuerdos de Frambuesa, de no ser porque esos días Newport estaba alborotado por la grabación de una película de Woody Allen. Había visto caminar a Joaquin Phoenix y Emma Stone. La gente y esa manía de pedir autógrafos. Pasaron cerca y Frambuesa fue con un papelito post it (que de donde diablos sacaría) buscando una firmita. Yo me quedé mirando en dirección al Fastnet Pub y ahí lo vi al maestro Allen, conversaba con una tipa gorda. ¿Se acordaría de mí y aquella escena eliminada en España como actor secundario?
No podía dormir y salí a caminar. A esas horas caminar como que no, a mí en otros países me gusta caminar, pero de día. Volví y tomé las llaves del carro de Frambuesa. Cerca del Ochre Court, no lo podía creer, ahí estaba solo el gran Woody. Me estacioné.
– Maestro ¿me reconoce?
– ¿Carlos?
– David.
– No, tú eres Carlos, el español.
– Otra vez me está confundiendo maestro, soy David, el peruano. Lo bueno es que si me reconoce.
– Carlos necesito un extra para una escena en la que participa Emma. Solo es aparecer al fondo y hacer como que conversas. Nada más.
– No tengo ningún problema, más bien un honor. Pero por favor prométame que esta vez no va eliminar la escena.
Allen hizo un gesto de no entender mi suplica. Con su brazo hizo un gesto de que siguiera mi andar. Volví feliz a mi habitación. A la mañana siguiente me puse mi ropa esa que le llaman sport mientras le contaba a Frambuesa la conversa de la noche anterior con el maestro. Me dijo para acompañarme. Yo normal. Al presentarme nuevamente el destino jugó en mi contra, la encargada de selección de reparto llamó a Frambuesa, conversaron un momento y luego vino donde mí.
– Oye que tu escena la voy hacer yo.
– ¿Cómo?????
– Sí, sorry. Chau bb
– ¿Bb?
No pasaría mucho tiempo para que viera la película, la llamó “Hombre Irracional” y es una de mis favoritas del maestro. Para variar, la escena en que aparece Frambuesa conversando fue eliminada. Lo increíble es que a la tercera va la vencida, años después volví a coincidir con el maestro, pero esa ya es otra historia.
Caro dice
Me encantó. Stranger than fiction.