(Dirigida por Bacha Caravedo & Chinón Higashionna – Perú 2017)
La familia Del Solar se encuentra conformada por papá (Javier Valdés), hijo (César Ritter), hija (Gisela Ponce de León), novia (Adriana Ugarte) y nieto (Sebastián Zamudio). La noche de navidad significa más que confraternizar, la oportunidad de decir cada uno su situación actual en la vida y manifestar lo que piensa sobre los demás. Esto puede generar tensión o empatía… eso lo decidirán finalmente ellos.
Basada en la obra teatral del mismo nombre, escrita por Mariana de Althaus, la película se sostiene en los diálogos de los protagonistas, aunque no hay que desmerecer los movimientos de cámaras de manera pausada, tranquila, para tener ese primer plano de las miradas. La película va lenta, no acelera, las actuaciones son buenas (me sorprendió el desenvolvimiento del pequeño y bueno ya conocemos cómo rinden Valdés, Ritter, Ponce de León y qué grato disfrutar una vez más del talento de Ugarte). Hablar sobre temas de familia en el cine no es fácil ni ahora y mucho menos después. No existe la familia perfecta. Esta imperfección es ideal porque a partir de ella podemos tejer los narradores muchas historias. Más allá de esto, algo que estuve pensando al ver la película es que los limeños somos muy filosóficos y no nos damos cuenta. Andamos filosofando todo el tiempo. Es tan normal el hecho de hacerlo que en la película los personajes lo hacen con la misma naturalidad de cualquier humano que nació o vive bajo el cielo gris de esta ciudad de las huacas. De hecho, que aquellos que están leyendo estas líneas y son limeños me dirán: Nunca había pensado en lo que estás diciendo. Y si son un poco más curiosos se van a animar a ver la cinta.
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